jueves, 5 de mayo de 2011

Talleres

Después del paréntesis en el grup de donas de nuestro barrio por la S.Santa, hoy nos reencontramos de nuevo con alegría y anécdotas, todas por suerte agradables.

El tema a desarrollar después de estos días y(capitaneado por Rose) no podía ser otro que
"la importancia de Dios en nuestras vidas"
Reconozco que aun siendo creyente nunca se me ocurrió plantearme esa pregunta, pero cuando llegó mi turno expresé lo que siento muy adentro; Cierto es y reconozco que me comporto como una hija, me refiero que le suelo pedir mas de lo que quizás le doy, y tengo la gran fortuna de que me escucha, sobretodo en los malos momentos familiares o personales,
¿o será que no le pido nada tan difícil de conceder?

Desde mi infancia me enseñaron que Dios se encontraba entre nosotros, pero no en forma del Dios amoroso al que ahora yo me dirijo, mi recuerdo de aquel entonces era un poco mas temeroso: Si cuentas mentiras Dios te castigará, si no vas a misa se enfadará,no comulgues sin confesarte...no estoy haciendo ningún reproche simplemente se enseñaba a conocer a Dios-Padre de esta manera.

Por suerte esa ignorancia se fue evaporando, en principio por un joven sacerdote que llegó al pueblo dándole un aire nuevo a todo lo concerniente a la Iglesia (lastima que duró poco)
durante el tiempo que fue el párroco todo fue diferente en la parroquia y en el pueblo, el visitaba a los abuelos en sus casas y otras muchas cosas que la gente agradecía, nos explicaba a los adolescentes como debía ser nuestro relación con Dios etc.

Mis abuelos al ser muy mayores necesitaban cuidados constantes, y como no podíamos dejarles solos, mi madre se encontraba un poco angustiada, pues no quería delegar esa responsabilidad en sus hijas adolescentes, pero ella no podía salir ni a misa, una de las veces que Dº Secundino pasó por casa se lo comentó, pues sentía que (según su religión)
le estaba faltando a Dios, el cura la tranquilizó diciéndole que lo que ella hacia es la verdadera religión, y le recordó lo que decía S.Teresa Dios también está entre las cazuelas.
Este relato nos lo contó mi madre, y creo que a ella le ayudó mucho, seguía haciendo lo mismo pero con otro convencimiento y otra satisfacción.

A mi me paso algo parecido, posteriormente con la ayuda a los grupos que frecuento no me tomo como obligación ciertas cosas, pues cada día tengo mas claro que fueron impuestas por los hombres, pues no es mi lema pensar en "lo que dirán"si no como yo me siento interiormente ante Dios-Padre y siento que le necesito y cuando esta necesidad se hace mas apremiante siempre encuentro consuelo.